Una vez leí una historia de un hombre que se había quedado dormido, despertando de su letargo siglos más tarde. Al hacerlo, no reconocía casi nada; ni las personas, ni las construcciones, ni la vestimenta, ni las instituciones. Hasta que se detuvo frente a un edificio que le pareció familiar en todo, incluso en el letrero de identificación. El hombre sintió una inmensa alegría al descubrir que se trataba de la escuela, pues era lo único, que en todo ese tiempo, no había cambiado. Narro esta historia para mirarnos en ese espejo y poner de relieve la importancia de actualizarnos adaptándonos a los nuevos cambios, fundamentalmente en el campo de la tecnología. No podemos seguir educando a una generación web 2.0, con los esquemas rudimentarios del pasado. Hoy más que nunca necesitamos profeblogs del siglo XXI.
Una vez leí una historia de un hombre que se había quedado dormido, despertando de su letargo siglos más tarde. Al hacerlo, no reconocía casi nada; ni las personas, ni las construcciones, ni la vestimenta, ni las instituciones. Hasta que se detuvo frente a un edificio que le pareció familiar en todo, incluso en el letrero de identificación. El hombre sintió una inmensa alegría al descubrir que se trataba de la escuela, pues era lo único, que en todo ese tiempo, no había cambiado.
ResponderEliminarNarro esta historia para mirarnos en ese espejo y poner de relieve la importancia de actualizarnos adaptándonos a los nuevos cambios, fundamentalmente en el campo de la tecnología. No podemos seguir educando a una generación web 2.0, con los esquemas rudimentarios del pasado. Hoy más que nunca necesitamos profeblogs del siglo XXI.